Varias inversiones multimillonarias darán a Extremadura algunas de las centrales termosolares más grandes, a pesar de las incertidumbres regulatorias.

Seis realidades y muchas esperanzas. Es la situación de la energía termosolar en Extremadura, que tiene un argumento poderoso: tres mil horas de sol al año.  A día de hoy hay seis funcionando, que suman 300 megavatios de potencia. La primera fue la de Acciona en Alvarado, a la que siguieron otra en esta misma pedanía pacense, las dos de ACS, en Torre de Miguel Sesmero, otra en La Garrovilla y otra de Acciona en Majadas de Tiétar.

Consciente del potencial de este sector, la Junta firmó con CC. OO, UGT y la Creex el Acuerdo para el Desarrollo Energético Sostenible de Extremadura, que prevé una inversión privada en el sector de 16.855 millones de euros y 45.000 nuevos empleos. También aprobó destinar 214.000 euros a formación en esta materia.

Solaben 2 y Solaben 3, las centrales termosolares que la multinacional Abengoa está construyendo en Logrosán, en alianza con el grupo japonés Itochu Corporation (aporta el 30 por ciento, y el 70 la española) y con una inveresión total de 500 millones de euros. Cada una de ellas tendrá la potencia máxima permitida por ley: 50 megavatios, o lo que es lo mismo, capacidad para abastecer de energía a unos 52.000 hogares entre las dos.

Cuando sean una realidad, Logrosán figurará en el podio mundial de las centrales termosolares, pero para eso habrá que esperar. En verano del próximo año, si se cumplen las previsiones, comenzará a funcionar una de las dos, la que empezó a construirse en mayo de 2009, y también dentro de un año estará en su última fase la segunda y levantándose una tercera que aún no ha empezado. Lo que hay a día de hoy está lejos de esa llamativa imagen de una sucesión casi infinita de placas solares perfectamente alineadas, nutriéndose del sol.

"Hace medio año, en la bolsa de empleo teníamos unas 250 personas, y ahora quedan cien", ilustra Isabel Villa, alcaldesa, diputada provincial y antes que eso, emprearia de éxito. Ella misma tiene su casa rural alquilada a trabajadores de Solaben 2 y Solaben 3. "Hemos conseguido un nivel de paro en el municipio yo diría que bastante aceptable", valora la alcaldesa, que tiene una cuota de protagonismo importante en este éxito.

La cuestión es fácil de entender. Hay quien asegura que con la ley y el mercado en la mano, a Abengoa le habría costado más de veinte millones de euros levantar sus dos termosolares. Sin embargo, va a pagar al Ayuntamiento 5,3 millones de euros. Eso más otro tipo de aportaciones que no vienen en forma de billetes.


De entrada, parte de la cantidad se paga en terrenos, y el dinero no se  suelta de una tacada, sino en pagos fraccionados. Hasta ahora, el Consistorio de Logrosán ha ingresado en torno a medio millón de euros, que le han servido, entre otras cosas, para comprar terrenos en los que construir viviendas, más suelo en la antigua mina La Constanaza y también en el mercadillo, además del cine Palacio. Casualidad o no, Logrosán tiene ya hasta periódico propio, municipal claro está, y que este mes ha puesto en la calle su número uno.

"Este pueblo estaba muy abandonado -asegura Isabel Villa-, y el dinero nos ha valido para hacer reformas integrales en varios edificios públicos, como el Ayuntamiento, la escuela hogar y la residencia de mayores". "Todas esas obras -apunta Antonio Madroñero, concejal de Obras y Equipamiento- han hecho que se contrate a gente que estaba en la bolsa municipal de empleo, de diez a quince personas al mes".

Hay que tener en cuenta, además, que llega efectivo a las arcas municipales por varias vías: el ICIO (Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras), el canon de la ley del suelo o el Impuesto de Bienes Inmuebles de Naturaleza Especial). Además de todo esto, se pactó que Abengoa financiara cursos de formació para vecinos del pueblo (pagó uno de guarda de campo y otro de vigilante de seguridad) y que las empresas debían recurrir a la bolsa de empleo municipal a la hora de nutrirse de trabajadores. La prioridad son los del pueblo, y tras ellos, gente de la zona. De hecho, las plantas emplean a vecinos de municipios cercanos, como Guadalupe, Zorita, Cañamero, Obando o Navalvillar de Pela.

Algunos de esos ayuntamientos, de hecho, crearon bolsas de empleo para nutrir de mano de obra a las centrales. Si Abengoa apostó por Logrosán y no por otro punto del mapa extremeño fue por las horas de sol, desde luego, y porque la negociación con el Ayuntamiento le cuadró. Pero hay otro factor de peso: la cercanía a Valdecaballeros, la central nuclear que nunca llegó a funcionar. La infraestructura creada resulta muy valiosa para las centrales termosolares, porque permite evacuar electricidad a través de las líneas de alta tensión. Hasta tal punto es así que entre Abengoa, Acciona y ACS (que tienen centrales cerca) han constituido la empresa ‘Evacuación Valdecaballeros’, para gestionar en común ese servicio.

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Hay otras cuantas en construcción, entre ellas la tercera de Torre de Miguel Sesmero, en la que ACS invertirá 300 millones (la suma de las tres centrales la convertiría en la más grande de Europa). También están levantándose, entre otras, Astexol (300 millones) en Badajoz, la de Solar Millennium, Ferrostaal y otros socios en Villanueva de la Serena, la de Florida Power&Light en Navalvillar de Pela y las dos de Logrosán. En este último caso, son dos centrales las que están construyéndose, y una tercera empezará en breve. Habrá que esperar para la cuarta, que está comprometida. En total, serán 200 megavatios, lo que la situará como la más grande del continente, por delante de las tres de ACS en Torre de Miguel Sesmero. Solo está prevista una mayor en el mundo. Estará en Arizona (Estados Unidos), y de hecho, algunos de los técnicos que ahora están en Logrosán se irán allí dentro de unos meses.

La primera idea de Abengoa fue construir ocho termosolares, unos planes que la empresa tuvo que revisar tras el cambio en la política de primas a este sector. Eran tan altas que los proyectos proliferaron de tal manera que el Gobierno tuvo que replantearse el montante de esas ayudas, lo que ha hecho que muchos se lo piensen.

En su momento, la Junta de Extremadura recibió 105 solicitudes de plantas. Se aprobaron 37, y en los últimos meses ha habido un goteo de permisos para empezar a convertir en realidad algunas de esas iniciativas. Una de las más llamativas es la que la española Sener y la empresa Masdar (de Abu Dabi) planean en Mérida, de 200 megavatios y con una inversión de mil millones de euros.