Chile tiene grandes desiertos y mucha radiación solar. La energía termosolar puede y debe jugar un importante papel en el futuro mux de generación eléctrica.
En el contexto del debate que se ha producido durante las últimas semanas sobre HidroAysén en Chile, hay que destacar que uno de los argumentos de los promotores del proyecto, es que los opositores a este no ofrecen soluciones alternativas y además plantean que las energías renovables son muy caras. Es imperioso derribar esos mitos y dar a conocer que las tecnologías existen, son viables y económicamente factibles.
Una central termosolar es una instalación que aprovecha el calor de los rayos solares para producir electricidad de forma limpia y sostenible. Utiliza para ello un recurso inagotable y existente en amplias regiones del planeta, contribuyendo a la seguridad energética al aprovechar recursos autóctonos y sin emitir gases de efecto invernadero.
Estas centrales (existentes en EE UU y España) son ya una tecnología convencional, su capacidad nominal es de 50 MW a 1.000 MW, y con bajos costes de operación ya que su circuito primario eleva la temperatura lo suficiente para generar vapor y mover una ”turbina convencional” dentro del circuito donde se instalan acumuladores de temperatura con sales inorgánicas que permiten seguir generando de noche con una autonomía de hasta 15 horas.
Otro detalle importante, es que estas centrales se interconectarían al sistema existente sin tener que construir nuevas líneas de transmisión. Alrededor de 40 centrales de este tipo ubicadas en el desierto con un costo total de 10.000 millones de dólares en una superficie total de 5.200 hectareas (130 ha cada una) podrían suplir en su totalidad el proyecto de HidroAysén.
El proceso productivo de una central termosolar se sintetiza en los siguientes pasos:
Los captadores solares, alineados en hileras de espejos cilindro-parabólicos, giran sobre su eje para seguir la trayectoria del sol y optimizar la captación de energía.
La forma de los espejos concentra la irradiación solar sobre tubos colectores situados en su línea focal.
Por efecto de la radiación solar concentrada, el fluido–aceite sintético- que circula por los tubos se calienta a temperaturas próximas a 400 Cº.
El fluido cede su energía calorífica al agua que circula en el interior de un intercambiador y la transforma en vapor. Luego regresa a los colectores para calentarse de nuevo y reiniciar el proceso.
El vapor a presión es utilizado para impulsar una turbina que, conectada a un generador, produce electricidad.
En la subestación se eleva el voltaje de la electricidad producida para su incorporación a la red eléctrica.
El agua en forma de vapor se enfría en un condensador y vuelve a estado líquido, para reiniciar el proceso.
Por Osvaldo Montecinos, www.everde.cl/