¿Quién lo hubiera podido pronosticar hace sólo cinco años? En estos momentos tenemos cerca de 1000 MW de centrales termosolares conectadas a la red.
Sin embargo, España, con el mejor centro de investigación y desarrollo del mundo en tecnologías solares termoeléctricas, con más de 30 años de en la vanguardia tecnológica del sector, había dejado pasar el tren de las primeras centrales termosolares comerciales a finales de los 80 -que partió desde California- y, además, dejó expresamente sin apoyos a este sector cuando en 1998 se establecieron las ayudas al Régimen Especial.
Hoy en día las empresas españolas son líderes a nivel internacional y desde España se ha propiciado un renacimiento del sector termosolar cuyo crecimiento es imparable en todo el mundo y que supone una auténtica oportunidad estratégica para nuestro posicionamiento internacional.
Han sido los gobiernos de las tres últimas legislaturas quienes lo han hecho posible. Primero el gobierno del PP, con la publicación del R.D. 436 en 2004, donde se establecieron las bases para que se pudieran acometer la construcción de centrales solares termoeléctricas comerciales. La primera de ellas, la PS10 en Sanlúcar la Mayor de Sevilla, se conectó a red a principios de 2007 iluminando esta nueva era termosolar, ya que desde 1990 cuando se completó la última de las centrales SEGS en California que sumaron en total 354 MW, no se había acometido ningún proyecto con esta tecnología, en lo que se conoce en el sector como la ”larga y oscura noche termosolar” de 17 años de duración. Posteriormente el gobierno del PSOE con la publicación del R.D. 661 en 2007 consolidó las condiciones e incremento el objetivo hasta una potencia instalada en 2010 de 500 MW. A pesar de las últimas incertidumbres acaecidas durante los dos últimos años el horizonte de corto plazo hasta finales de 2013 parece despejado esperando totalizar una potencia instalada de aproximadamente 2500 MW en dicha fecha.
Las importantes propuestas de valor de la energía solar termoeléctrica
1. La gestionabilidad
La necesidad de “descarbonizar” determinadas actividades en nuestras sociedades y los objetivos marcados actualmente, que probablemente se irán haciendo progresivamente más exigentes, definen el sector de la generación de electricidad, junto con el transporte y el sector doméstico, como el prioritario para orientar las políticas de reducción de emisiones.
En el caso del sector eléctrico el objetivo del 100% de generación libre de emisiones será una exigencia entre el 2030 y el 2050 y ésto solo será posible con un importante porcentaje de tecnologías gestionables, gran elevado factor de capacidad, como es la solar termoeléctrica y, en menor medida, por su menor potencial y dificultades de valorización, por la biomasa también.
Otras tecnologías renovables de generación que podríamos calificar de “fluyentes”, con factores de capacidad inferiores al 25%, siempre necesitarían del respaldo de centrales de ciclo combinado y, de no existir alternativas como la termosolar, jamás se podría alcanzar el objetivo de descarbonización, aunque pudiesen seguir ofreciendo la ventaja durante los próximos años de costes inferiores de generación.
A corto plazo y mientras que se trate exclusivamente de incorporar potencia marginal en sistemas con exceso de capacidad instalada, las opciones más baratas, aunque no sean gestionables, pueden parecer las más adecuadas, pero a medida que haya que plantearse la sustitución del parque actual por obsolescencia o cierre anticipado, la termosolar, ayudada por la reducción de costes que esperamos en los próximos años, tomará un papel protagonista, con el concurso lógico de todas las demás tecnologías renovables que encontrarán sus espacios para su despliegue a determinado nivel, que no ponga en duda la capacidad del sistema para seguir la curva de demanda a partir exclusivamente de fuentes de energía renovable.
La energía termosolar puede fácilmente almacenarse sin prácticamente pérdida de rendimiento y las centrales solares termoeléctricas pueden también fácilmente hibridarse con biomasa o gas natural utilizando el mismo equipo generador .Estas características, que son ya importantes en países como el nuestro, resulta esencial en países que tiene que incrementar en varias veces la potencia de su parque de generación y en donde la estabilidad de red y la necesidad de carga base es imprescindible.
2. La oportunidad estratégica y posición de liderazgo de la industria española
Por todo ello la oportunidad estratégica para nuestro país, al ser líder mundial en una tecnología con estas especiales cualidades, es de gran importancia, pero, poder aprovecharla en la mayor medida posible, necesitaremos seguir construyendo en nuestro territorio las centrales más avanzadas para que sigan siendo la referencia de centrales en el exterior.
Las empresas españolas han sido adjudicatarias de proyectos en el norte de Africa y Oriente Medio y están muy bien posicionadas, como propietarios y operadores, promotores, o contratistas llave en mano en buena parte de los proyectos en estado más avanzado en los Estados Unidos.
Adicionalmente, en el previsible horizonte de exigencias crecientes a los Estados Miembros de la Unión Europea para el cumplimiento de objetivos en 2020 y 2030 , España podría convertirse en una plataforma de generación eléctrica con centrales termosolares, con inversiones y primas soportadas por otros países -tal como permite la Directiva Europea de Energçias Renovables. Para ello resultará esencial el reforzamiento de las interconexiones eléctricas entre países y el desarrollo de la “Supergrid” con la que tanto la energía eólica off-shore del mar del norte junto con la termosolar de España o de los países del norte de Africa, siguiendo la visión del Plan Solar Mediterráneo, podrían manejarse contribuyendo con un gran porcentaje a la energía eléctrica en Europa.
La termosolar es uno de los pocos ejemplos que podemos encontrar en el país de una apuesta decidida y mantenida, con mayor o menor convencimiento, durante 30 años y que ha situado a nuestra industria en posición de aprovechar el enorme mercado internacional que ya se está abriendo y que crecerá exponencialmente en estos próximos años.
3. Contribución a la economía
Las centrales termosolares aportaron 1650 millones de € al PIB español en 2010 y generaron 23850 puestos de trabajo, contribuyendo a la convergencia económica de las regiones de la mitad sur del país así como a paliar en cierta medida la reducción de actividad en el sector de la construcción. Estos datos están obtenidos de un reciente estudio realizado por Deloitte con datos incontrovertibles obtenidos del conjunto de centrales que se encontraban en operación o en construcción en 2010.
El contenido local de valor añadido pasó del 50% en las primeras centrales de 50 MW que entraron en operación en 2008 al 80% en las actuales, propiciando el establecimiento de industrias de fabricación de componentes con tecnología avanzada en nuestro país. Asimismo, el esfuerzo en I+D del sector termosolar representó un el 2,92% del PIB del sector, lo que está muy por encima de la media nacional y es equiparable a los porcentajes globales de las economías más avanzadas en este campo.
Con el horizonte de potencia instalada prevista en el PER 2011-2020 de 4800 MW, la contribución al PIB en 2020 alcanzaría los 3500 millones de € y el empleo podría mantenerse en niveles similares a los actuales.
El impacto macroeconómico en 2010 de la actividad económica del sector, la reducción en las importaciones de combustibles fósiles y el valor de los derechos de emisión por emisión de las toneladas de CO2 evitadas, son muy superiores a las primas del Régimen Especial recibidas hasta la fecha.
4. Competitividad
Al hablar de competitividad hay que llamar la atención sobre la posición tan diferente que tiene sobre la curva de aprendizaje o de reducción de costes la tecnología termosolar, con algo menos de 2 GW instalados en todo el mundo, en comparación con otras tecnologías que llevan recibiendo apoyos a su implementación desde hace mucho más tiempo, como la fotovoltaica y la eólica, cuyas cifras de potencia instalada son entre 20 y 50 veces superiores a las de la termosolar a nivel mundial.
Además el recorrido por la curva de aprendizaje de la tecnología termosolar es lógicamente más lento dado el plazo necesario para la ejecución completa de un proyecto, desde su fase inicial de desarrollo a su conexión a red.
No obstante, en estos momentos la tecnología termosolar se encuentra en el umbral de la competitividad en ciertos emplazamientos con niveles de radiación superiores a los de nuestro país, en los que no se imponga una limitación al tamaño de las centrales y en los que el coste de transporte de los combustibles fósiles sea significativo.
Adicionalmente hay que tener en cuenta que en la evaluación de las inversiones necesarias para ampliaciones de potencia de los parques de generación habrá que considerar la inversión necesaria asociada a los sistemas de respaldo que necesitan otras tecnologías renovables, que no son necesarios para la termosolar, así como el impacto en el nivel de ocupación de líneas de transmisión de aquellas tecnologías con menor factor de capacidad.
Particularizando para nuestro país, los apoyos necesarios para las centrales de nueva generación, que se construirían a partir de 2014, necesitarían apoyos significativamente inferiores a los actuales y decrecientes, hasta alcanzar niveles de competitividad con tecnologías convencionales en 2020.
El futuro
En un reciente Roadmap, la Agencia Internacional de la Energía pronostica 80 TWh de generación termosolar en 2030 a nivel mundial. Esta cifra correspondería a unos 400 GW de potencia instalada, habida cuenta que muchas nuevas centrales se instalarían en zonas con mejores condiciones de radiación que las de nuestro país. El crecimiento previsto para 2050, hasta 5000 TWh es mucho más marcado, al tenerse en cuenta esas características de abundancia de recurso, predictibilidad, capacidad de almacenamiento y de hibridación -lo que le proporciona el calificativo de gestionable-, así como de su firmeza en el plan de producción y de su contribución a la estabilidad de las redes eléctricas por el aporte inercial de su equipo turbogenerador.
Hoy en día todavía existen cuatro tipos de tecnología que se están desarrollando en paralelo: las centrales de canales parabólicos, las de torre con campo de helióstatos, las de reflectores lineales tipo Fresnel y las de disco parabólico con motores Stirling. Todas ellas tienen características diferenciales y encontrarán su lugar tanto para la generación eléctrica como para el calor industrial o la obtención de nuevos vectores energéticos. A efectos de generación en grandes centrales probablemente una de ellas se configure en los próximos años como destacada por su menor coste aunque en todas ellas existe gran capacidad de innovación y, por tanto, muchas razones para afirmar que los costes se reducirán rápidamente.
Las centrales solares termoeléctricas son, probablemente, la tecnología de futuro con más opciones para convertirse en la pieza más importante del mix de generación renovable y representan para España una oportunidad histórica para posicionarse a nivel internacional, a la vez que aprovechar sus prestaciones y su contribución al desarrollo económico de nuestras regiones con mayor abundancia de este recurso.